Muchos y muchas personas de fe hablan de Jesús, Jesucristo, mi señor, Dios, etc. Pero ¿nos hemos detenido a reflexionar con quién realmente nos estamos relacionando? ¿Cuál es su calidad divina?.
Nuestra base para establecer una relación coherente con Cristo es el Espíritu y desde aquí podamos comprender a Dios, pero ¿qué significa que Cristo sea un Dios?. La palabra Dios proviene del latín «Deus», que a su vez viene del griego “Zeus”, quien en su mitología era el dios de los dioses. La palabra «Zeus» cambió a Deus y después a Dios. Deus tiene la misma raíz indoeuropea *dyeu— que «día», y significa sol o brillante.
Juan el Apóstol nos habla de la calidad del Cristo, con el cual nos relacionamos:
“En el principio era el Verbo, y el Verbo era con Dios, y el Verbo era Dios. Este era en el principio con Dios. Todas las cosas por él fueron hechas, y sin él nada de lo que ha sido hecho, fue hecho. En él estaba la vida, y la vida era la luz de los hombres”.
Cristo es el Verbo, la palabra, nos habla de que Él existía desde el principio, desde antes de venir en Jesús y también que él estaba con Dios (El Padre), por tanto, aquí Juan nos está hablando de dos Divinidades. Nos aclara que Dios es la Vida, en consecuencia, sin Él, NO HAY VIDA, SINO MUERTE, es decir, podemos tener una existencia, casa, familia, profesión, pero una existencia sin una relación viva con Cristo no es vida. También nos habla que todo está hecho por Cristo, esta realidad física, el universo, los planetas, mundos, nosotros fuimos creados por el Verbo.
De esto entonces podemos entender que Cristo no es un maestro al estilo humano, un hombre ascendido, un hombre que murió en la cruz, un libro, el universo, una institución, no podemos encasillarlo en ninguna religión, no es nada relacionado con lo que nosotros los humanos nos podamos inventar.
¿Cuándo nos relacionamos con Él, realmente asumimos desde nuestro interior esta Verdad?, pues de ser así, esto significa una revolución interna de nuestra Fe que inevitablemente nos deja en una posición muy distinta al común de la fe, que busca empequeñecer a Cristo, por tanto, cuando nos relacionamos con Cristo debemos hacerlo consientes de que nos disponemos a conocer y entrar en una realidad distinta, espiritual, de la cual podemos ser parte por medio de prácticas espirituales como la oración y la meditación bajo la guía de un Dios, el Cristo Vivo, que no es de este mundo, como El mismo ha revelado:
“Y les dijo: Vosotros sois de abajo, yo soy de arriba; vosotros sois de este mundo, yo no soy de este mundo”. Juan 8:23
Entonces, la realidad del Cristo, no se resume al hecho ocurrido cuando encarnó en Jesús, sabemos que estos hechos cambiaron la Ley de Vida que regía a la humanidad, pero no podemos definir a Cristo por lo que vivió encarnado en Jesús solamente, ya que Él era antes de Jesús durante Jesús y después de Jesús. Por ellos debemos asumir que los propósitos de Cristo, no están solamente relacionados con la realidad de este mundo, sino que Él nos habla de una realidad espiritual de la cual Él proviene y es el lugar hacia donde nos quiere conducir, que es el Padre.
El Padre, también es un Dios, y según su significado entendemos que es el Origen, la Patria, no un hombre. En el evangelio constatamos que Cristo habló del Padre, que Él venía del Padre, que el Padre era un Dios Mayor, que Él hacía las cosas, porque el Padre lo mandataba y en esencia que Él y el Padre eran UNO.
“A Dios nadie lo ha visto nunca; el Hijo unigénito, que es Dios y que vive en unión íntima con el Padre, nos lo ha dado a conocer”. Juan 1-18
Los crísticos cuando hacemos referencia a Jesús Cristo, lo hacemos con la conciencia de que Cristo pasó por este mundo, pero que Él es el Dios de los dioses y es el Verbo del Padre, es decir, Él hace lo que el Padre le pide, por tanto, Él es cocreador con el Padre, quien es nuestro origen espiritual.
El Espíritu que habita en todo ser humano, el cual fue restaurado por Cristo en los hechos de Salvación, proviene del Padre y es esta nuestra semejanza con Dios.
Y quizás tú te estés preguntando, ¿si todos tenemos una pequeña porción del espíritu Original, por qué el mundo está cómo está?
Es un hecho que en el mundo donde habitamos, no es un lugar gobernado por seres bajo el GOBIERNO DEL ESPÍRITU, de ser así Cristo sería nuestro gobernante y la Paz reinaría desde el interior de cada habitante de esta Tierra. Sin embargo, es una realidad que podemos establecer por medio de una senda que Cristo ha restaurado en estos tiempos de tribulación. Alcanzar el Gobierno del espíritu requiere de nuestro compromiso con Dios, requiere que nosotros nos alcemos de nuestra calidad humana para alcanzar la calidad espiritual, por la cual fuimos creados.
Recorrer el camino del Espíritu bajo lógicas y preceptos humanos es imposible, solo Dios puede conducirnos y esto es algo que Él en persona revela:
“Jesús le dijo: Yo soy el camino, y la verdad, y la vida; nadie viene al Padre, sino por mí”.
Cristo es un Dios vivo que conduce y guía a quienes opten por retornar, por medio del Camino de Consagración y Sabiduría (1) que Él ha abierto en estos tiempos de tribulación.
“Este Camino, hacia la magnífica meta del Padre, es el Sacerdocio que Jesús Cristo bendice y gobierna. Un Sacerdocio que ejerce ‘Mayordomía’ sobre los medios de Consagración: no para poseerlos y hacer uso mundano de su calidad divina, sino para que estos se mantengan bajo el Orden que la Ley de Cristo ha definido (2). Un Sacerdocio de hombres y mujeres cuya mirada estratégica se halla en el prometedor horizonte de la segunda Venida de Cristo en su Potestad Divina, y el descenso del Tiempo santo del Milenio de Paz.”
Si quieres indagar sobre los temas de fe, que dan sustento inicial, para comenzar la investigación del Camino de Consagración y Sabiduría, cuyo recorrido te conduce al Nuevo Sacerdocio de Cristo, te invito a participar en nuestros conversatorios.
También estoy realizando reuniones, los días viernes a las 19:00 hrs. online y presencial.
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